Yacía en la cama con la misma ilusión que tenía un niño abriendo los regalos de navidad, le estaban quitando los drenajes que atravesaban su cuerpo, esos bastos tubos que perforaban su débil piel hasta lo más profundo de sus entrañas, rozando su alma. Hoy sería el primer día que podría andar, desde hacía cuatro meses que permanecía inerte en esa cama, en esa maldita cama. Estaba llorando, no sabia si era de ilusión o del dolor que le producía arrancarle esos tubos de su cuerpo, no lo sabia, y en cierto modo no importaba, hoy no había dudas, hoy era feliz.
Cuando terminaron las enfermeras y los médicos le ayudaron a sentarse en la cama, e incluso le ofrecieron su ayuda para bajarle al suelo, el rechazo esa ayuda, quería dar él ese paso y todo el mundo estaba observando, estaban observando como iba a dar ese pequeño paso que significaba tanto para todos. Familiares, amigos, enfermeras y médicos todos ellos mirando, esperando, el tiempo se congelo, un instante que fue eterno, la decisión era sencilla, sabía lo que tenía que hacer, dar una salto y caer en el suelo, como tantas y tantas veces había hecho antes, pero estaba aterrado, le separaban unos centímetros que parecían un abismo.
La felicidad no le iba a durar mucho, se decidió, se enfrentó a sus miedos y los venció, dio ese paso, y acabo en el suelo, sus frágiles rodillas se doblaron y la cruel fuerza de la gravedad arrastro con todas sus fuerzas su cuerpo contra el suelo, y la vía que tenía en su brazo derecho tiró la bolsa de suero del perchero y esta aterrizo sobre la cama.
Todos le ofrecían su ayuda para levantarse pero una vez más la rechazo, el era un cabezota, un orgulloso, el podía, el debía de poder. ¿ que le pasaba? ¿se le había olvidado andar? Una explosión de emociones brotaron de su interior, rabia, furia, miedo, decepción, ira, frustración... y rompió a llorar como un niño pequeño, al fin y al cabo eso es lo que era. ¿Por qué no podía ser como los demás niños? ¿Que había hecho él? El solo quería correr y jugar al fútbol.
Entre lágrimas se agarro a las sabanas y se puso de pies al lado de la cama, le temblaban las piernas, no sabia que pasaba, no podía controlarlo. Ya había menos público, el partido ya estaba decidido, no había nada que ver. Había menos de un metro hasta la pared, no tenía nada que perder por intentarlo, no dudo en ir contra ella, y una vez allí se le dibujo una fina sonrisa en su cara, había dado un paso, el primer paso.
Apoyado en la pared para mantenerse en pie, fue avanzando por esta hasta llegar a la puerta, quería ver que había más allá de esa habitación, y vio ese inmenso pasillo lleno de puertas que escondían historias como la suya, porque él no era único, no era ni mejor ni peor que nadie, simplemente era él con sus virtudes y sus defectos.
Y se volvió a caer en el pasillo, lucho por levantarse pero no pudo, estaba agotado, esta vez dejó que sus familiares le cogieran y le llevaran a la cama, hoy era un día importante había avanzado cinco metros, era cinco metros que estaba más cerca de su objetivo, cinco metros menos.
Lo que no sabía ese niño era que ese paso que dio, esa decisión que tomo, iban a ser las más fáciles de toda su vida.
Cuber!!