“He abierto los ojos, y allí estabas tu, dormida, mientras mi mirada te acechaba en la penumbra de la noche. La verdad, había estado 2 horas esperando aquel momento, para poder mirarte de forma indefinida sin confrontar nuestras miradas violentamente.
Se intenta auto convencer que no es posible que no es una buena idea, pero hay una fuerza que le empujan hacia ella, una fuerza animal mas que racional que es difícil ignorar y definir.
Mientras esta inmersos en sus pensamientos, ella se despierta, es como si hubiera oído sus pensamientos, para su sorpresa ha desaparecido la vergüenza y la timidez, de que quizás le hubiera escuchado, solo queda bajo el cielo estrellado el deseo de fundir sus dos almas en una sola.
Instintivamente se acarician la cara, y el cuerpo, pero no se besan aunque ambos lo anhelan, les invade la responsabilidad del bien y del mal.
Pero, ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal?
Inmediatamente cesan las caricias, se cierran los ojos, y se giran enfrentando sus espaldas, ambos saben que el otro no esta dormido, hoy no van a dormir, hoy tienen algo que pensar. Amanecen con un sabor amargo en su boca, y un millar de dudas y preguntas asaltan en sus cabezas.
Ambos desean que caiga el sol y emerja la luna por el horizonte, para poner solución a la noche anterior, pero vuelven a pecar en el mismo error. Y noche tras noche la misma escena se repite.”
-Cuber-
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